La empresa más exitosa de los últimos tiempos – en términos de crecimiento de su valuación – presentó sus resultados financieros esta semana. Se trata de la estadounidense Nvidia Corporation, fabricante de los semiconductores más demandados por la industria de la tecnología, y en particular, por aquellas que están invirtiendo en el desarrollo de la inteligencia artificial. Sus utilidades continuaron mostrando gran fortaleza en el último trimestre (crecimiento de 122% en ventas y 152% en ganancias por acción frente a igual período del año pasado) y superaron las proyecciones que habían hecho los analistas. Pese a ello, la cotización de sus acciones bajó con el pasar de las horas. La presión vendedora de las mismas se le atribuye a que el pronóstico que presentó la compañía de cara hacia adelante no estuvo en línea con las muy elevadas exigencias del mercado. Dejando de lado el caso de Nvidia, esto nos recuerda un hecho fundamental que siempre hay que tener presente a la hora de invertir en el mundo financiero: el mercado es expectativa. Los precios actuales de los activos financieros, entre ellos las acciones, bonos, o cualquier otro, son el resultado de una potencial futura retribución. Cualquier elemento que modifique esto último, como sucedió con el pronóstico de Nvidia que “quedó corto” en relación al de los participantes del mercado, afectará el precio inmediatamente. El pasado, es decir, el camino que nos llevó hasta ese momento, en el ejemplo los extraordinarios resultados financieros de Nvidia, queda en un segundo nivel de importancia. En el mercado financiero todos los días se contrasta realidad versus expectativas. Por ello, como inversores, la tarea es cuestionarnos periódicamente si la combinación de activos que tenemos en el portafolio es la más adecuada para navegar la incertidumbre de los escenarios que creemos que podrían venir para adelante, más allá de los buenos o malos resultados que logramos hasta ese momento.
Imagen: Top 20 compañías tecnológicas por su valuación de mercado
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