En tiempos de inestabilidad y turbulencia tendemos a asignarle mayor importancia al riesgo de una inversión que a la oportunidad de rentabilidad que presenta. Existen todavía muchos desafíos por delante. El panorama es incierto en relación al flagelo de la inflación, la desaceleración económica (¿recesión?), los precios de la energía, la guerra, etc. Pero la brutal corrección de precios de los activos financieros desde principios de año a la fecha – el peor comienzo de año para las acciones desde 1970 - pone sobre la mesa un abanico interesante de posibilidades para el inversor con liquidez y con un horizonte temporal despejado. A continuación se analizará la situación actual desde una perspectiva histórica de los dos activos más tradicionales de los mercados de valores: la renta fija (bonos) y la renta variable (acciones).
El caso de la renta fija. Para evidenciar el violento golpe que sufrió esta clase de activo, el Bank of America publicó recientemente un informe que dice que si se anualiza el resultado del primer semestre de los bonos gubernamentales, entonces representaría la caída más profunda en 150 años (ver Figura 1). La tasa libre de riesgo, es decir el rendimiento del bono del tesoro estadounidense a 2 años de plazo, se encuentra en 3% anual al momento de escribir este informe. Sigue siendo un nivel bajo, pero no perdamos que vista que es un 50% por encima del nivel promedio de los últimos 20 años. Algo parecido podríamos comentar del resto de los bonos del mercado, por ejemplo, los de países emergentes, que retornan aproximadamente 8% anual según el índice JPMorgan EMBI.
Figura 1. Bonos de gobiernos tuvieron la mayor caída desde 1865 Si se anualiza la performance del primer semestre del año.
Recuerde: suba de tasas afecta negativamente el precio de un bono. Y todo indica que estamos en un entorno de tasas al alza, por tanto, la sugerencia es invertir a corta duración, es decir, no mayor a 3-4 años de plazo.
El caso de las acciones. En renta variable, como dice su nombre, no existen certezas de su rendimiento. La historia, si bien no es garantía de comportamiento futuro, puede ofrecernos de guía. Desde la postguerra hubo 13 ocasiones donde el S&P bajó más de 20%, como lo hizo en esta primera parte del año 2022. En promedio esas caídas alcanzaron 32%, siendo la peor en 2008 con una baja de 52% en los precios.
Figura 2. Períodos de caída del S&P 500 mayores al 20% Aquel inversor que invirtió a mitad de camino de esas caídas desde la posguerra recuperó su inversión, en promedio, en 14 meses, y, obtuvo una ganancia de 7,5% anual si supo conservar la inversión por los siguientes 5 años.
Para un inversor de renta variable es clave comprender que las ganancias que una empresa obtiene por el ejercicio de su negocio es un elemento fundamental para guiar el precio de sus acciones, y por tanto el retorno para sus accionistas. El precio que hoy un inversor paga por el S&P 500 representa 15.9 veces las utilidades corporativas proyectadas de los próximos 12 meses. Esta valuación es 5% por debajo del promedio de los últimos 25 años (ver Figura 3, izquierda). Es decir, que, utilizando la historia como guía, el precio que opera una acción del S&P 500 es levemente más “barato” que el promedio de largo plazo. Atención: lo barato siempre puede estar más barato, el mercado sobre reacciona para arriba y para abajo.
Figura 3. Historia del valor de las compañías y el retorno que generó a inversores para cada nivel de valuación. Izquierda: ratio histórico de Precio/Utilidades esperadas para las compañías que integran el índice S&P 500; derecha: retorno de siguientes 5 años para cada nivel de Precio/Utilidades.
Obviamente desconocemos cuando será el punto de inflexión, es decir, cuanto más baja podría caer esta valuación, porque predecir el comportamiento del mercado en el corto plazo, en donde juegan infinitas variables como el sentimiento de los inversores, es una tarea extremadamente compleja, por no decir, imposible. De hecho, creemos que la presión vendedora es la que seguramente predomine en el corto plazo. Lo que sí sabemos es que para el mediano plazo existe una relación inversa entre la valuación y el retorno futuro de la inversión, o dicho más simple, cuanto menos se paga por una compañía mejor será el resultado posterior (ver Figura 3, derecha). Y la valuación actual es, sin dudas, más interesante que la de un año atrás. Recuerde: estamos en un entorno de incertidumbre también para las ganancias corporativas. Analistas actualizan permanentemente los beneficios futuros en función de cambios en los fundamentos. Aquellas empresas que presenten flujos futuros más predecibles seguramente sean más favorecidas. Y es en ellas donde hoy preferimos hacer énfasis.
Para culminar, hay un alto grado de pesimismo.
El indicador más conocido para medir la confianza o el sentimiento del público es el que lleva adelante la Universidad de Michigan desde los años 50´.
Según el dato preliminar de junio estaríamos en la lectura más baja de la historia, es decir, una percepción peor a la que mostraban los consumidores en la pandemia; incluso en 2008, cuando ocurrió la peor crisis que atravesó el país en toda su historia; o también a principios de la década de los años setenta, cuando la inflación estadounidense superaba el 12% anual.
Warren Buffet, uno de los inversores con mayor reputación en el mercado, dijo alguna vez “se temeroso cuando otros son codiciosos y se codicioso cuando otros son temerosos".
Figura 4. Sentimiento del consumidor estadounidense Los puntos azules presentan el retorno que tuvieron las acciones estadounidenses (S&P 500) en los 12 meses posteriores a esa lectura.
Ante cualquier consulta o comentario no deje de contactarse con nosotros. Atentos saludos,
Martin Carrasco.
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