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  • Damiani

Informe de Mercados Financieros

30 de setiembre 2020

¿Invertimos de manera racional?


Continuamente estamos tomando decisiones. Desde las más banales a las más relevantes ¿llevo paraguas? ¿pollo o pasta? ¿confío en esa persona? ¿compro la casa? ¿qué colegio elijo para mis hijos? ¿invierto en el negocio que me proponen? La lista es infinita.


Científicos han estudiado atentamente el proceso que ocurre en nuestra mente al tomar decisiones. Estas investigaciones llevaron a que, por primera vez en la historia, el premio Nobel de Economía sea entregado a un psicólogo, el Dr. Daniel Kahneman, en el año 2002. Su investigación propuso, con evidencia empírica, que las personas son consistentemente irracionales, desafiando el modelo de economía clásica que supone que los agentes del mercado son racionales en sus decisiones para maximizar la utilidad esperada. A la derecha la tapa de uno de sus libros más conocidos.

Los resultados de esta rama de investigación sobre el comportamiento de los individuos son asombrosos y refieren al descubrimiento de casi 200 sesgos cognitivos que influyen en nuestras decisiones.


Los sesgos cognitivos son estrategias de pensamiento inconscientes que distorsionan el procesamiento de la información y nos condicionan al intentar analizar la realidad alejándonos del pensamiento racional. Se basan en el conocimiento parcial, en la experiencia o en suposiciones que a veces son correctas y otras veces erradas.


Nadie escapa de los sesgos cognitivos porque son intrínsecos al ser humano. En la toma de decisiones siempre cargaremos con el componente emocional, incluso en nuestras carteras de inversión. Es muy común encontrar ejemplos de estos sesgos en el mercado financiero, como los que siguen a continuación.


La mayoría de los inversores rechazan el riesgo, en lo que se denomina aversión al riesgo. Consideremos el siguiente ejemplo de optar entre la alternativa a) donde existe una inversión con una probabilidad de 85% de ganar U$D 10.000 y 15% de no ganar nada, frente a la alternativa b) de recibir U$D 8.000 sin invertir. La mayoría de las personas prefiere la seguridad de recibir los U$D 8.000 de la opción b) pese a que la opción a) tiene un resultado esperado más alto de U$D 8.500 (U$D 10.000 x 85% + U$D 0 x 15%).


Sin embargo, ante una situación opuesta, la mayoría de las personas prefiere apostar para perder U$D 10.000 (con una probabilidad de 85% de perder y 15% de no perder nada) que una pérdida segura de U$D 8.000. Es decir, nos transformamos en buscadores de riesgo. Debemos aprender a cortar las pérdidas de manera oportuna, sino caeremos en el sesgo que se denomina efecto disposición, donde inversores tienden a vender activos ganadores demasiado temprano y mantener los perdedores por un tiempo exagerado al no querer reconocer las malas decisiones.


En la era de la información, el sesgo de la información es sumamente común. Tendemos a buscar y acumular información que no nos lleva a la acción. Mas información no siempre es mejor, dado que puede crear la falsa impresión de que por tenerla el razonamiento o la conclusión será más veraz.


Sesgo de la confirmación refiere a que tendemos a prestar atención a la información que confirma nuestros preconceptos y creencias (sin importar si es verdadera), y a la vez desmerecemos la que se opone a nuestra visión del mundo.


Otro fenómeno común es el de propensión a quedarse en casa. Implica que los inversores tienen preferencia por invertir en activos de emisores que le son cercanos, por ejemplo, porque son de su país y son servicios o productos que usualmente consume. Esto puede llevar a que exista una elevada concentración de activos que están correlacionados, lo que aumenta los riesgos al alejarnos de un portafolio diversificado.


Quizás el más común en los mercados financieros es el sesgo de seguir a la multitud y optar por un activo que está siendo elegido por el poder masivo de la mayoría. Algunos analistas creen que este podría ser el caso de la suba de la cotización de las empresas tecnológicas últimamente.


Se relaciona, aunque es distinto, al efecto de arrastre, donde se evidencia que la probabilidad de que un individuo adopte una creencia o conducta es directamente proporcional a cuantos otros ya la tengan. Este es uno de los motivos por los cuales reuniones de personas que piensan de manera similar suelen ser improductivas.


Para terminar con los ejemplos, en ciertos casos se encuentran inversores con exceso de confianza en sus habilidades, y esto puede llevar a tomar mayores riesgos de lo que realmente está dispuesto a asumir. Normalmente los expertos son más propensos a caer en este sesgo, dado que están más convencidos de que tienen razón.


Los sesgos cognitivos los tenemos programados por defecto y son producto de la evolución y la búsqueda de la supervivencia de la especie humana. No nos podemos liberar de ellos. Lo que si podemos hacer es intentar mitigarlos para evitar caer en decisiones equivocadas ¿cómo?


Primero, teniendo consciencia de que estos factores están operando en nuestra cabeza y en las de los demás participantes del mercado financiero. El principal sesgo cognitivo es no reconocer que actuamos en base a sesgos cognitivos.


Segundo, frente a un problema que requiere nuestra solución, y este mundo donde la información viaja cada vez más rápido, debemos detenernos a pensar con más calma, y esto nos va a alejar de tomar decisiones en base a juicios intuitivos que distorsionan del pensamiento racional.

 
 



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