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El dato de la semana

Martín Carrasco

La inteligencia artificial es noticia casi diaria desde que Chatgpt fue lanzado en 2022 por la compañía estadounidense OpenAI.


El pasado lunes nos levantamos con la noticia de que la start-up china, de nombre DeepSeek, anunció que su software de inteligencia artificial logró mejoras sustanciales en la eficiencia del procesamiento de la información a un costo dramáticamente menor que sus competidores.


La repercusión en la industria fue significativa. Inversores comenzaron a cuestionar los miles de millones de dólares de gastos anunciados por los grandes líderes en investigación y desarrollo - Microsoft, Meta, Amazon, por nombrar algunas - para lograr posicionarse con la mejor herramienta tecnológica.


Y el impacto fue de sobre manera en quienes aportan la infraestructura para el desarrollo de la inteligencia artificial, como las fabricantes de semiconductores, data centers o proveedores de electricidad, por temores de que tengan menos pedidos de los previamente esperados.



Para el caso de la empresa Nvidia, que había sido el principal beneficiario durante estos años por tener el mejor microchip del mercado, el precio de sus acciones se desplomó 17% ese mismo lunes, desvalorizando la compañía en casi 600 mil millones de dólares, la mayor caída diaria de la historia para una compañía estadounidense. El disruptor fue “disruptado”.


Con el paso de los días los participantes del mercado fueron digiriendo la noticia y la volatilidad disminuyó.


La opacidad de las compañías chinas no ayuda a esclarecer, por parte de los expertos, como se logra tal eficiencia en el uso de recursos. Muchos descreen de los anuncios. Pero quienes sostienen que este avance es verídico vislumbran que generará una nueva fase de crecimiento de esta tecnología. En cualquier caso, esto es solo una parte del largo camino en el que la inteligencia artificial va transformando la economía.

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