China está pasando por un momento delicado, desencadenado por una crisis del sector inmobiliario que se ha ido agravando en los últimos tiempos. Algunos economistas estiman que será difícil lograr la meta de crecimiento oficial del PBI de 5% para este 2023.
¿Por qué esta imagen?
El sector inmobiliario chino pasó de explicar el 4% al 30% del PBI en tan solo 25 años, volviéndose el más importante en dicha economía, la segunda del mundo.
Recientemente se volvió el centro de la atención tras la noticia de que relevantes participantes del sector (desarrolladores/constructores) incumplieron sus obligaciones con inversores, encontrándose en proceso de reestructuración de su deuda.
Analistas atribuyen este contexto de crisis en el sector de las propiedades a una reducción en el crecimiento poblacional y a las duras restricciones impuestas a la población para combatir la pandemia.
Las autoridades han aplicado medidas de estímulo en un intento por contener esta realidad. Recientemente el Banco Central ha disminuido las tasas de interés con el objetivo de mejorar la liquidez del sistema y el gobierno anunció mayor gasto en infraestructura. Aún son insuficientes a los ojos de los inversores.
De momento parecería ser una crisis restringida al país, es decir, con bajo riesgo sistémico. No obstante, creemos que hay que monitorear la situación de cerca. Primero, por la opacidad de la información; y, segundo, porque esto está golpeando al consumidor del principal socio comercial de muchos países del mundo, incluyendo los de nuestra región.
¿Podría ser éste el detonante de la recesión que vienen anunciando los analistas del mercado en Estados Unidos?
Por otro lado, John Templeton, uno de los pioneros en la gestión de fondos de inversión dijo alguna vez: “El momento de máximo pesimismo es el mejor para comprar, y el momento de máximo optimismo es el mejor para vender”. ¿Aplicará este dogma al contexto que atraviesa el gigante asiático? La incertidumbre existente nos mantiene escépticos por ahora.
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