2022 comenzó con sorpresas para los inversores. El mercado de valores estadounidense tuvo el peor arranque de año desde 2009. La fuerte presión vendedora tuvo su origen en la incertidumbre sobre la política monetaria que llevará adelante la Reserva Federal durante este año, en particular sobre la tasa de referencia que está bajo su influencia, que es la de cortísimo plazo. Dijo el presidente de la FED Jerome Powell en rueda de prensa el 28 de enero de 2022: “No es posible predecir con precisión exactamente qué camino seguirá nuestra política de tipos para resultar apropiada, por lo que, de momento, no hemos tomado ninguna decisión sobre la evolución de la política monetaria … lo que sí puedo decirles es que nos guiaremos por los datos que vayamos conociendo y por la evolución de las perspectivas”.
Figura 1. Evolución histórica del rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años de plazo.
La mirada larga nos enseña que el entorno actual de tasas no ha sido muy frecuente, ni la nominal ni la real, es decir, luego de descontar la inflación. ¿Estaremos en un punto de inflexión?
El consenso de los analistas del mercado espera que la autoridad monetaria de Estados Unidos aumente en marzo el nivel de tasas de referencia y deje de comprar bonos en el mercado. Todo esto para reducir la liquidez y así poder combatir el aumento de los precios de la economía. La inflación se ha disparado a niveles no vistos hace muchos años y se encuentra muy por encima del objetivo de 2% anual. Además, el mercado laboral, la otra área en la que busca influir, muestra señales robustas de recuperación. La incógnita para los inversores radica en la magnitud del cambio de las condiciones de liquidez en la economía y como eso puede afectar el crecimiento económico. Algunos analistas prevén hoy hasta siete subas de tasas para este año. Recordemos que en el último trimestre del 2021 estos mismos analistas esperaban entre una y dos subas para todo 2022. En un intento de anticiparse a esos movimientos más agresivos de lo que se preveían el año pasado, los inversores vendieron los bonos del Tesoro y como resultado, el rendimiento del que vence dentro de 10 años para el inversor que compra hoy es 1,8% anual en vez del 1,5% de fin de año. La tasa de retorno para el que vence dentro de 2 años también subió, de 0,7% a 1,2% anual. Recordemos que estas tasas, a diferencia de la de muy corto plazo que fija la Fed, son determinadas por oferta y demanda de inversores, es decir, el mercado.
La tasa de interés es, quizás, el elemento más relevante para el mundo financiero, pues se asemeja al costo del dinero. Cualquier variación afecta las decisiones de ahorro, inversión, crédito, descuento de flujos, etc; y la tasa americana es la referencia para todo el resto de las tasas que existen en el mundo. El nivel actual sigue siendo bajo en términos históricos, pero, desde nuestra opinión, los últimos movimientos marcan una nueva dirección, y es al alza, es decir, un cambio de trayectoria frente a la importante disminución que vimos en las últimas cuatro décadas (ver Figura 1).
Nuestra visión. Los últimos dos años estuvieron distorsionados por la pandemia. En el 2020 la recesión global fue muy profunda, mientras que el 2021 será recordado por un histórico rebote del crecimiento económico. Este 2022 será el año de la vuelta a la normalidad en varios frentes: nivel de crecimiento, demanda, cadenas de distribución, tasas de interés, etc.
Somos optimistas para el mercado financiero. Pero este período de ajuste traerá volatilidad, algo que había desaparecido últimamente, pero que es intrínseco a los mercados y en particular a la renta variable (ver Figura 2).
Figura 2. Retorno del índice S&P 500 en el año calendario completo y la peor caía intra-anual:
A pesar de padecer caías intra anuales de 14% en promedio, en 32 de los últimos 42 años calendarios los resultados terminaron siendo positivos.
Momentos como el actual son oportunos para el reposicionamiento. Nuestra sugerencia siempre es mantener una cartera diversificada en varios frentes: estilos de inversión, sectores, industrias, regiones, clases de activos; invertir con un horizonte de mediano y largo plazo, con paciencia y perspectiva. Evitar reacciones emocionales, enfocarse en pensamiento racional y fundamentos. Respecto de esto último, un elemento que siempre debe mirar un inversor de largo plazo son las utilidades corporativas, pues es el sustento de los precios de los activos que operan en el mercado. Actualmente estamos en plena temporada de anuncios de resultados corporativos. De momento ha reportado poco más de un tercio de las compañías del S&P 500 mostrando un crecimiento de utilidades de 30% frente a igual trimestre del año pasado. Mas de 80% sorprende positivamente o está en línea a lo esperado (al 31/enero). Figura 3. Utilidades corporativas y cotización de las acciones:
Las ganancias corporativas son un componente fundamental para explicar la evolución del precio de las acciones en el mediano y largo plazo (derecha). El consenso del mercado espera un crecimiento de las utilidades para el próximo año, aunque a niveles más moderados de los que vimos recientemente (izquierda).
Posicionamiento a nivel de clases de activos. La renta fija tiene un escenario desafiante por delante con las subas de tasas. Por ello preferimos inversiones de baja duración. Creemos que un buen reemplazo es el real estate y el crédito privado, es decir, activos alternativos a los tradicionales. En renta variable, que es la clase de activo que creemos que tiene mayor potencial para el mediano y largo plazo, nos gustan los negocios de calidad, consolidados financieramente, con buenas métricas de rentabilidad, que tengan ventajas competitivas sustentables que generen altas barreras de entrada a valuaciones razonables.
“Los mercados alcistas nacen con el pesimismo, crecen con el escepticismo, maduran con el optimismo y mueren con la euforia.” Frase de Sir John Templeton, fundador de Templeton Funds.
Ante cualquier consulta o comentario no deje de contactarse con nosotros. Atentos saludos, Martin Carrasco.
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